En esta serie de pinturas, las mujeres se liberan de todo artificio y entregan su cuerpo al abrazo primitivo de la naturaleza. Aquí, la desnudez no es un escándalo, sino un canto a la autenticidad, una ofrenda a la belleza salvaje y sin restricciones.
Cada pincelada de Pictor Mulier celebra la osadía de estas musas valientes, mujeres que se exhiben sin miedo ni culpa, orgullosas de su cuerpo como un templo de deseo y libertad.
Su piel brilla bajo el sol como un hechizo irresistible, reclamando el derecho de ser admiradas, deseadas, veneradas. Son diosas indómitas en su reino de arena y agua, dueñas absolutas de su placer y su imagen.
En un mundo que intenta domesticar el deseo y encerrar la sensualidad tras muros de hipocresía, estas obras son un desafío, una provocación, una declaración de guerra contra la vergüenza.
Aquí, el arte celebra lo que la sociedad intenta censurar: la conexión entre el cuerpo y la tierra, el gozo de sentirse expuesta y libre, la deliciosa certeza de que la desnudez no es pecado, sino placer.
Sumérgete en este festín visual, en este ritual de piel y naturaleza, y rinde tributo a la majestuosidad de la mujer desnuda
Atrévete y libera a tu musa interior.
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